Redactado: Fragmento de ensayo presentado en la 4ta Berkshire Conference of Women Historians, en Mount Holyoke College, el 25 de agosto de 1978.
Traducción: Por Ilse Kornreich, para Cuaderno de Existencia Lesbiana (Buenos Aires).
Esta Edición: Marxists Internet Archive, 6 de febrero
de 2016.
Fuente: Cuaderno de Existencia Lesbiana, no. 2 /mayo de 1987 (Buenos Aires), págs. 2-3.
Hay varios tipos de poder, usado, no usado, reconocido o no. Lo erótico es un recurso dentro de cada una de nosotras que yace en un plano profundamente femenino y espiritual firmemente enraizado en el poder de nuestro sentir no expresado, no reconocido.
Para que una opresión pueda perpetuarse a sí misma, debe corromper o distorsionar las varias fuentes de poder que posee la cultura del oprimido y podrían proveer energía para el cambio.
Para las mujeres esto ha significado la eliminación de lo erótico como fuente de poder e información en nuestras vidas.
Se nos ha enseñado a desconfiar de nuestra reserva de energía, que ha sido calumniada, abusada, devaluada en la civilización occidental.
Por un lado, lo superficialmente erótico es alentado como signo de la inferioridad femenina. Por el otro, se hace sentir a las mujeres despreciables y sospechosas, precisamente por la existencia de lo erótico. Desde allí hay un solo paso hasta la falsa creencia de que suprimiendo lo erótico de nuestras vidas y en nuestras consciencias pueden las mujeres ser verdaderamente fuertes. Pero se trata de una fuerza ilusoria construida sobre modelos masculinos de poder.
Como mujeres hemos llegado a desconfiar de ese poder que surge de nuestro más profundo y no-racional conocimiento. Toda nuestra vida hemos sido alertadas contras lo erótico –desde el mundo masculino, por supuesto. Este mismo mundo valora en cierta medida nuestra profundidad de sentimientos usándola a su favor a través de mujeres que mantienen a su alrededor. Pero al mismo tiempo, temen demasiado esta profundidad como para examinarla dentro de sí mismos. Por eso las mujeres son mantenidas en una posición de distancia –inferioridad, para poder ser ordeñadas psíquicamente casi de la misma manera como las hormigas mantienen colonias de áfidos para que provean con su sustancia nutriente a los patrones.
Pero lo erótico es una fuente de fuerza provocativa y renovadora para la mujer que no teme su revelación ni sucumbe a la creencia en que la sensación superficial es suficiente.
Lo erótico ha sido frecuentemente mal definido. Y usado contra la mujer. Ha sido convertido en la sensación confusa, trivial, psicótica, acartonada. Por eso nos hemos alejado muchas veces de la exploración y consideración de lo erótico como fuente de poder e información, confundiéndolo con su opuesto, lo pornográfico. La pornografía es la negación del poder de lo erótico, representa la supresión de la emoción profunda. La pornografía es sensación sin emoción.
Lo erótico es la medida entre nuestra inicial vivencia de identidad y el caos de nuestras emociones más profundas e intensas.
Es una vivencia interna de satisfacción que una vez experimentada nos da la certeza de que podemos aspirar a ella.
Habiendo experimentado la riqueza y profundidad de esta emoción y habiendo reconocido su poder, ya nunca por honor y autorrespeto podremos exigirnos menos a nosotras mismas.
Nunca es fácil pedir el máximo de nostras mismas, de nuestra vida, de nuestro trabajo. Animarse a un grado de excelencia es ir más allá de la fomentada mediocridad de nuestra sociedad. Pero dejarse ganar por el miedo a las emociones profundas y al trabajo bien hecho es un lujo que sólo seres sin autoconciencia pueden darse, aquellos que no desean guiar sus propios destinos.