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La victoria de la revolución en Rusia puso en manos de los revolucionarios todo el mecanismo de la policía política más moderna, más poderosa y experimentada, forjada en más de cincuenta años de lucha contra las élites de un gran pueblo.
Conocer los métodos y los procedimientos de esta policía, interesa de inmediato a todo militante: la defensa capitalista emplea en todas partes los mismos medios; todas las policías, solidarias por lo demás, se parecen.
Esa ciencia de la lucha revolucionaria, que los rusos adquirieron en más de medio siglo de esfuerzos y sacrificios inmensos, los militantes de los países donde actualmente se desarrolla la acción deberán asimilarla en un lapso mucho más corto, dadas las circunstancias creadas por la guerra, por las victorias del proletariado ruso y por las derrotas del proletariado internacional: crisis del capitalismo mundial, nacimiento de la Internacional Comunista, desarrollo repentino de la conciencia de clase en la burguesía; fascismo, dictaduras militares, terror blanco, leyes inicuas. Esto es necesario desde ahora. Si se tiene un buen conocimiento de los medios de que dispone el enemigo, las pérdidas podrán ser menores. Resulta pues necesario, para un fin práctico, estudiar bien el instrumento principal de toda reacción y de toda represión: esa máquina de estrangular revueltas llamada policía. Nosotros lo logramos, porque el arma perfeccionada que forjó la autocracia para defender su existencia -la Ojrana (la Defensiva), o Seguridad General del imperio ruso cayó en nuestras manos.
Este estudio, para ser realizado a fondo, lo cual seria muy útil, exigiría un tiempo que el autor no posee. Las páginas que siguen no pretenden suplirlo. Bastarán, espero, para poner sobre aviso a los camaradas y para hacerles evidente una importante verdad que me conmovió desde la primera visita a los archivos de la policía rusa: la de que no hay fuerza en el mundo capaz de contener la marea revolucionaria cuando ésta asciende, y que todas las policías, no importa su maquiavelismo, su ciencia y sus crímenes, son casi del todo impotentes.
El presente trabajo, publicado por primera vez en el Boletín comunista de noviembre de 1921, fue completado cuidadosamente. Los problemas teóricos y prácticos que el estudio del mecanismo de una policía no dejan de suscitar en la mente del lector obrero, cualquiera que- sea su formación política, son examinados en dos nuevos ensayos. Los Consejos al militante, de cuya utilidad, no obstante su evidente simplismo, la experiencia no permite dudar, esbozan las reglas primordiales de la defensa obrera contra la vigilancia, la soplonería y la provocación.
Desde la guerra y la Revolución de Octubre, la clase obrera no se puede conformar con realizar una tarea únicamente negativa, destructora. Se ha abierto la era de las guerras civiles. Sea su actualidad algo cotidiano, o esté aplazada "por años", no es menos cierto que en la mayoría de los partidos comunistas se presentan desde ahora las múltiples cuestiones de la toma del poder. A principios de 1923, el orden capitalista de Europa parecía gozar de una estabilidad capaz de descorazonar a los impacientes. Sin embargo, la ocupación "pacífica" del Ruhr, a fines de año, hacía flotar sobre Alemania, tremendamente real, el espectro de la revolución.
Por otra parte, toda acción tendiente a la destrucción de las instituciones capitalistas necesita ser complementada con una preparación, aunque sea teórica, de la obra creadora del mañana. "El espíritu destructor decía Bakunin- es al mismo tiempo espíritu creador." Este gran pensamiento, cuya interpretación literal, lamentablemente, ha alucinado a algunos revoltosos, se acaba de convertir en una verdad práctica. El mismo espíritu de la lucha clasista lleva hoy a los comunistas a destruir y a crear simultáneamente. De igual manera que el antimilitarismo actual necesita ser complementado por la preparación del Ejército Rojo, el problema de la represión planteado por la policía y la justicia burguesas tiene un aspecto positivo de gran importancia. He creído conveniente definirlo a grandes rasgos. Debemos conocer los medios del enemigo; debemos conocer también nuestra tarea en toda su amplitud.
Victor Serge, marzo de 1925
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