Ludovico Hurtado


 

La historia de Patria Roja

 

 


Primera vez publicado: En Patria Roja, primera semana de octubre de 1980.
Fuente del Texto:  Claridad: La historia bien contada, No. 14 (Perú, julio de 2021).
Esta Edición: Marxists Internet Archive, junio de 2024.
Transcripción y HTML: Juan R. Fajardo, junio de 2024.



  
 

 


Esta semana los comunistas del país celebramos un acontecimiento histórico: el cincuentaidos aniversario de la fundación del Partido Comunista del Perú por el Amauta José Carlos Mariátegui.

Hoy, el Partido fundado por Mariátegui tiene vigencia y alcance nacional. Sus militantes, activistas, simpatizantes, cuadros y dirigentes están presentes en todas y cada una de las luchas de nuestro pueblo, escribiendo páginas heroicas en la historia del Perú. “Patria Roja se suma a este gran acontecimiento con la edición de este suplemento especial, que recoge a través de las expresiones del camarada Ludo- vico, lo más rico del legado de José Carlos Mariátegui.

El camarada Ludovico es uno de nuestros dirigentes que en el transcurso de su militancia partidaria ha sabido expresar la consecuencia, combatividad, claridad política y firmeza revolucionarla que garantiza a nuestro Partido desarrollar tas tareas que la revolución nos impone.

Es uno de los cuadros de la Dirección Nacional que al igual que los demás camaradas que lo acompañan, constituye para nuestro Partido, el pueblo y la revolución peruana la garantía de que hay en día existen dignos herederos del legado de José Carlos Mariátegui.

 

PATRIA ROJA: Camarada Ludovico, el 7 de octubre se cumplen 52 años de la fundación de nuestro Partido por J.C. Mariátegui. La conmemoración de este hecho histórico tiene especial importancia para los comunistas, el proletariado y el pueblo peruano. Conociendo tu larga y destacada militancia. partidaria, la redacción de PR ha decidido entrevistarte. Lo que nos digas servirá no sólo para realzar la fecha que celebramos, sino también para conocer más a fondo los criterios con que el Buró Político orienta al PC del P en la presente etapa.

LUDOVICO: Agradezco la oportunidad que me brindan para dirigirme a nuestra militancia y al pueblo, exponiendo algunos de los criterios resaltantes de la Dirección Nacional del Partido en momentos tan importantes para la lucha del proletariado y las masas populares en el país. Quiero también saludar a los cc. que con su esforzado trabajo han hecho alcanzar a nuestro periódico los 11 años de vida y a quienes actualmente están encargados de su elaboración. Sé que es un trabajo duro y de mucha responsabilidad, porque por decisión del Comité Central me cupo el honor de ser su primer director. Por eso me siento doblemente satisfecho por la entrevista. Creo sinceramente que PR viene cumpliendo en lo fundamental con las tareas y objetivos que se le han fijado, y que está definiendo una orientación para el periodismo revolucionarlo en el Perú.

P.R.: Desde que Mariátegui fusiona el marxismo con el movimiento obrero, la doctrina revolucionaria del proletariado ha tenido un desarrollo histórico en el país. ¿Cómo enjuicia el Partido ese desarrollo?

L: La clase obrera, pese a sus heroicas y esforzadas luchas, no puede por sí sola acceder a un nivel de conciencia política revolucionaria. Puede, a lo más, lograr una conciencia gremialista, de tipo reivindicativo, "tradeunionista" como decía Lenin. En tal sentido es una "clase en sí". Para que alcance conciencia plena de sus intereses fundamentales, comprenda la insuficiencia de la lucha por mejoras salariales y entienda la necesidad de destruir el sistema de explotación que la aplasta, es imprescindible que se transforme en "clase pata sí". Es decir, que haga suya la concepción del mundo del proletariado, la teoría marxista revolucionaria que sólo puede proporcionarle su partido de clase: el Partido Comunista.

Este proceso es universal y, por tanto, aunque con particularidades propias en razón do las características del país, también se observa en la historia del movimiento obrero peruano. Recordemos que, pese a combates tan heroicos como la lucha por la jornada de las 8 horas a el famoso Paro por las Subsistencias, la clase obrera no sobrepasaba los marcos de la simple lucha económica. En tales Condiciones, durante mucho tiempo, estuvo empantanada en el anarcosindicalismo, no obstante la actividad de dirigentes de polendas como Gutarra, Fonkén, Lévano y otros.

El proletariado estuvo en condiciones de dar un salto cualitativo y comprender que no es suficiente luchar por reivindicaciones económicas o el mejoramiento de las condiciones de trabajo, sino que es preciso encarar la lucha por la destrucción del sistema de explotación que lo pauperiza y esclaviza, sólo cuando el marxismo empezó a ser asimilado por sus sectores más avanzados. Así se transformó en "clase para sí" y empezó a recorrer el camino de la lucha política revolucionaria cuyo objetivo central es el derrocamiento de los explotadores, la toma del poder político y la construcción de una nueva sociedad enrumbada al socialismo.

La importancia histórica de Mariátegui radica en haber logrado, merced a un trabajo abnegado y consecuentemente revolucionarlo, hacer aportes fundamentales para la plasmación de dicha transformación. La creación decisiva y heroica del Amauta tiene dos hitos claves: primero, la fundación del PC del P, que como estado mayor de la clase obrera esté en condiciones de orientarla y dirigirla junto con las masas populares hacia la conquista del poder político; segundo, la creación de la CGTP para dotar al movimiento obrero de una central sindical de clase capaz de centralizar sus luchas y combatir exitosamente por sus reivindicaciones económico-sociales.

A partir de la materialización de estos dos hitos, nuestro país ingresa en un nuevo período histórico; el de la Revolución Democrático Popular, que es el que actualmente vivimos.

PR: Estas son las premisas básicas. A partir de ellas, ¿podrías señalar períodos en la vida del Partido, es decir, reseñar el desarrollo histórico del marxismo en el Perú?

L: Claro que sí, camaradas. Pero hay que empezar recalcando que la vida del Partido no transcurre rectilíneamente. En ella existen victorias y grandes logros, pero también errores, fracasos y derrotas, V hacer un balance de todo ello es importante para poder convertirnos en un Partido revolucionario de masas. Los períodos de construcción del PC del P. que voy a señalar han dejado honda huella en el largo trajinar de la clase obrera y el pueblo peruano por su liberación nacional y social.

El primero esta signado por el laborioso esfuerzo de Mariátegui, que funda el Partido el 7 de octubre de 1928 con el nombre de Socialista por razones tácticas, pero con carácter, programa y objetivos comunistas que lo definen como destacamento inequívoco de la III Internacional leninista. La lucha de Mariátegui por la fundación del Partido no fue sencilla como pretenden hacer creer algunos representantes de la derecha y ciertos historiógrafos academicistas. Significó un duro combate ideológico / político, la defensa intransigente de la pureza doctrinaria del marxismo y el claro deslinde de posiciones con el anarcosindicalismo, el social- reformismo de Luciano Castillo y el nacionalismo pequeño burgués del APRA.

Dotando al Partido de un programa, una estrategia y objetivos definidos, Mariátegui sienta las bases que requiere una organización política obrera, comunista. Por desgracia, la mala salud y la muerte temprana frustraron la culminación de las tareas que Mariátegui se había propuesto. Su desaparición encuentra al Partido sin un destacamento de cuadros teóricos y políticos de corte leninista capaces de continuar la obra del Amauta. Por ello, pese a que éste había definido los aspectos fundamentales de la práctica, programa y objetivos del Partido en base a la correcta caracterización de la sociedad peruana y a la elaboración de la línea general de la revolución en nuestro país, quienes quedaron a cargo de Ja dirección partidaria carecieron de los conocimientos y la firmeza revolucionarla que se precisaban para continuar, profundizar y desarrollar la obra de Mariátegui.

De allí que durante la gran crisis del capitalismo en los años 30, donde la clase obrera, el campesinado y el pueblo luchan contra las dictaduras y por el pan, el salario y la tierra, tales dirigentes del Partido demuestren su incapacidad coyuntural e histórica para colocarlo a la cabeza de las luchas populares y proyectarlo con orientación y objetivos revolucionarios. Y van más allá: subvierten la línea mariateguista, distorsionan los correctos objetivos y le imprimen una línea oportunista de izquierda.

Este es el segundo período de la vida del Partido, donde un advenedizo como Eudocio Ravínez, desde la Secretaría General del Partido, conduce a éste hacia el aventurerismo y el dogmatismo, partiendo del falso criterio de que en el país se desarrollaba aceleradamente una situación revolucionaria y que la toma del poder estaba "a la vuelta de la esquina". Para esta subjetiva óptica pequeño burguesa, los comba tes de los trabajadores suponían la construcción de "soviets" a los que la oligarquía debía entregar "todo el poder".

Esta política aventurera y dogmática aísla al Partido del movimiento obrero y popular, lo conduce a serios reveses particularmente en Lima y BI centro del país, y crea las condiciones para que el APRA se apodere de le dirección de la lucha de las masas y la desvíe de sus objetivos históricos.

Sin embargo, hay que remarcar algo de suma importancia que constituye parte de la herencia partidaria y que nuestros militantes, cuadros y dirigentes nunca deben olvidar. A pesar de la línea aventurera / dogmática, debemos rescatar el papel heroico de militantes de base de! Partido que estuvieron en la primera línea del combate contra las sangrientas dictaduras de Sánchez Cerro y Benavides. Estos combatientes comunistas forman parte del conjunto de mártires que a lo largo de la historia del Partido nos han legado un ejemplo imperecedero.

Los fracasos y derrotas sufridos por el Partido y el pueblo generan en nuestras filas una necesidad de reorientación y retorno a los originales cauces mariateguistas. Pero la lucha de la militancia de base y de los cuadros intermedios contra Ravínez y su camarilla es usufructuada por elementos de similar calaña que Con el pretexto de reorientar al Partido, lo empujan del izquierdismo dogmático-aventurero al capitulador oportunismo de derecha.

Así es como una nueva camarilla, la de Del Prado-Acosta-Barrio, inicia el tercer período de la historia partidaria, implantando una línea socialdemócrata y colocándose al servicio de la gran burguesía representada por Manuel Prado. Con el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, la III Internacional elabora una correcta táctica para los PC ubicando como blanco central de la lucha del proletariado mundial al fascismo y llamando a la formación de Frentes Populares en cada país. Al mismo tiempo, señala muy claramente que tales Frentes deben ser de carácter amplio y aglutinar a todos los sectores populares e incluso a sectores de la burguesía, sin que ello implique que los PC renuncien a su independencia política y a la dirección del movimiento popular en la lucha anti-fascista. Pero la camarilla derechista impone y desarrolla una política totalmente opuesta, poniéndose de furgón de cola de burguesía.

El Partido de aquel entonces caminó con el programa político del pradismo, practicando un desembozado reformismo y permitiendo que, en lo orgánico, ingresaran a sus filas elementos provenientes de la burguesía. La clase obrera y el pueblo sufrieron la falta de una auténtica dirección revolucionarla que pudiera orientarlos en la lucha reivindicativa y por sus objetivos históricos. Con ello, se allanó el camino para que el APRA se convirtiera en un partido con gran audiencia en sectores importantes del movimiento obrero, campesino y popular, consolidando su orientación nacionalista pequeñoburguesa.

Además, esa camarilla introdujo malsanos métodos de dirección y convirtió en su principal norma orgánica la liquidación de cuadros y militantes consecuentes que pugnaban por retomar el camino revolucionario. A pesar de esto, sectores partidarios sanos persistieron en ese afán, lo que tuvo expresión en grandes luchas internas en 1948 / 1957 que, aunque debilitaron en algo a la camarilla revisionista, no culminaron victoriosamente por la falta de claridad en el señalamiento de las alternativas justas para superar la situación. No podía ser de otro modo, desde el momento en que esas luchas internas estuvieron encabezadas por elementos oportunistas, trotskistas y algunos con vinculaciones apristas Un ejemplo es el de Héctor Béjar, que ha terminado como obsecuente velasquista y renegado que rechaza la necesidad del partido proletario y de la lucha armada revolucionaria. Otro, el de Juan P. Luna, desclasado que llegó a ser parlamentario al servicio de Odría y que ha actuado durante muchos años como esquirol en la Federación de Choferes del Perú.

Tuvo que transcurrir el tiempo y surgir fenómenos sociales de importancia, como la lucha campesina por la tierra a fines de la década del 60 y principios de la del 60, el auge de los combates proletarios, la agudización de la lucha de clases a nivel internacional, el triunfo de la revolución cubana y la polémica en el seno del Movimiento Comunista Internacional) para que la camarilla enquistada en el Partido empezara a ser seriamente cuestionada por las bases.

De todos esos fenómenos sociales, el que más repercute en el Partido es la polémica en el MCI ante la irrupción de una tendencia muy peligrosa que revisa descaradamente los fundamentos de la teoría marxista-leninista y que pretende actualizar las oportunistas tesis de la II Internacional combatidas y derrotadas por Lenin. El c. Mao Tse-tung, al frente del PCCH, se convierte en el más firme defensor de la herencia de Marx y Lenin, y pone al desnudo toda la podredumbre de la pandilla revisionista de Jruschov que ha usurpado la dirección del Partido y el Estado en la URSS.

La influencia de los fenómenos internos y externos señalados hace entrar en crisis la política y la práctica de la camarilla revisionista de Del Prado. La corriente surgida en el Partido contra ella y los cuadros que la encabezan comprenden que ro basta remover a esa camarilla, sino que es imprescindible devolverle a aquél su carácter revolucionario retomando el marxismo-leninismo postergado durante tantos años. Este es un momento decisivo desarrollado entre el 62 y el 64, y que concluye con la expulsión de la camarilla. En plena lucha, en 1963, se efectúa el XVIII Pleno del CC en el que la camarilla hace participar a revisionistas chilenos y argentinos en su desesperado intento por aferrarse a los cargos de dirección que usurpaba en el Partido. Ese evento crea las condiciones para que el grueso de la militancia y los cuadros partidarios arrojen de nuestras filas a los renegados en la IV Conferencia Nacional.

Así se inicia el cuarto período donde las correctas intenciones de la militancia y la Juventud Comunista no pueden concretarse por la acción de remanentes de la camarilla revisionista enmascarados tras posiciones marxistas que, copando la dirección del Partido, pugnan entre sí para orientarlo por un camino dogmático-sectario o por la senda de un remozado oportunismo de derecha.

Esta pugna se resuelve a favor de la orientación dogmático-sectaria, cuya cabeza representativa es Saturnino Paredes quien preconiza e implanta una corriente mecanicista que trasplanta las experiencias de otras revoluciones a nuestra realidad sin el análisis que posibilite so adecuada utilización. Entonces, el Partido se aísla de las masas y, en lo fundamental deja de interpretar las necesidades del movimiento obrero y popular, ingresando a un estado de "convidado de piedra" en las luchas del pueblo.

Sin embargo, en este período aparecen y se desarrollan cuadros partidarios que van ganando una riquísima experiencia en contacto con los combates de masas a pesar de la conducta de la dirección.

Para mí, este período es suma-mente importante. El desarrollo de la V Conferencia Nacional en el 65 sienta las bases para caracterizar correctamente nuestra socie dad, identificar las fuerzas motrices de la revolución peruana, señalar las etapas de la misma, definir a los enemigos del pueblo y marcar el camino de la revolución. Pero, pese a impedir que Paredes impusiera toda su concepción dogmática e izquierdizante, la Conferencia tuvo limitaciones. Particularmente no logró determinar la forma de engarzar las luchas concretas con las tareas estratégicas, ni consiguió frenar la corriente paredista.

Mientras tanto, en el país se había desarrollado una experiencia de lucha armada conducida por el MIR el belaundismo se descomponía rápidamente, entrando en crisis y es arrojado del gobierno por el golpe de Velasco en 1968. Ante todos estos acontecimientos, el pared ismo permaneció en la más absoluta inercia, dedicado a combatir a los organismos y cuadros partidarios que exigían que el Partido asumiese el rol político que le correspondía.

En 1969, el paredismo sabotea la realización de la VI Conferencia, suplantando el CC y la Comisión Política por su Secretariado y liqui-dando de hecho los órganos de dirección del Partido. Las bases de éste reaccionan y se reúnen para afrontar esta situación de crisis y constituir la Comisión Nacional Reorganizadora del Partido, conformada fundamentalmente por los cuadros que en la actualidad conducen a nuestra organización. Dicha Comisión organiza y lleva a cabo la VI Conferencia Nacional que expulsa a Paredes y su pandilla, retomando firmemente los aspectos primordiales de la V Conferencia. Este período, muy rico en experiencias, culminará con la realización de la Vil Conferencia Nacional que constituye un viraje decisivo en la historia partidaria, es decir, en el desarrollo del marxismo en el Perú.

El quinto periodo es el que actualmente vivimos. La VII Conferencia es tan importante como la fundación del Partido por Mariátegui, porque trazó una línea política correcta en lo fundamental, precisa una orientación táctica y estratégica concordante con nuestra realidad, y elige una dirección política que retoma el marxismo- leninismo y reorienta el Partido por cauces mariateguistas. En base a estos tres elementos, de un puñado de militantes y cuadros cercados por el reformismo y la represión de la Dictadura Militar, así como por el capitulacionismo pequeño burgués, de 1969 a la fecha, hemos avanzado no sin tropiezos para convertirnos en un Partido de significación y vigencia nacional, con raigambre de masas y con permanente presencia en las luchas del pueblo.

Aclaro que esto no es triunfalismo, ni magnificación de los avances de nuestro Partido. Tenemos actuales deficiencias y debilidades, pero de naturaleza esencialmente distinta ya que los pilares fundamentales de nuestra construcción y desarrollo partidario están definidos. Por supuesto que existen otros puntos de vista al respecto, pero proceden de experiencias no vividas al interior del Partido y, por tanto, las consideramos como no-influyentes en nuestro propio proceso de desarrollo.

PR: De este esbozo histórico sobre la vida del Partido se desprende una pregunta lógica. ¿Cuál es el criterio de nuestra Dirección Nacional sobre la actividad del Partido en los últimos 12 años?

L: Miren, camaradas, hemos lo-grado salir adelante porque la Vil Conferencia estableció las bases fundamentales de nuestro desarrollo político, posibilitando que el Partido en los últimos 12 años fuera la única fuerza política de la izquierda revolucionaria enfrentada a la Dictadura desde su entronización en el poder, precisando claramente su carácter de clase y los intereses que representaba. Por eso, nuestra militancia nunca cayó en las ilusiones reformistas, ni siquiera en el momento de mayor ofensiva de la demagogia velasquista, colocándose siempre al frente de las luchas populares.

Es preciso ampliar estos criterios. En estos 12 últimos años no sólo hemos combatido en forma permanente a la Dictadura Militar. También constantemente hemos deslindado campos con las corrientes reformistas y revisionistas dedicadas a inciensar a esa Dictadura. Sin asomo de duda, nuestro Partido fue la única organización política de izquierda que con firmeza principista reivindicó, defendió y desarrolló el camino independiente del proletariado y las masas populares, contra la demagógica ofensiva granburguesa y proimperialista ante la cual muchos revolucionarios se confundieron o se quebraron. Acuérdense que la consigna lanzada por el Partido '"Desechar las ilusiones del reformismo y persistir en la revolución" estaba dirigida precisamente contra los intentos de desviar al avance revolucionario del pueblo.

Hay que decir que los años que estamos recordando no han sido fáciles. Los avances del Partido han sido posibles por el sacrificio y la capacidad de lucha de nuestros esforzados y consecuentes militantes, muchos de los cuales incluso han dado su vida en aras de la actividad combativa y el desarrollo de nuestra organización. Muchos otros han soportado con entereza revolucionaria la cárcel, la persecusión, la represión física y la deportación contribuyendo a engrandecer al Partido. Todo esto constituye un valioso conjunto de experiencias que deben ser parte de la formación ideológico-política y del espíritu comunista de la militancia, al margen de los errores en qua hemos incurrido en estos 12 años y que son un derivado de nuestro propio desarrollo.

En síntesis, hay cuatro puntos remarcables de la actividad del Partido en los 12 años transcurridos: a) Correcta orientación a las luchas de la clase obrara y el pueblo; b) Combate principista Intransigente contra los grandes burgueses, los terratenientes, el imperialismo y sus representantes políticos; c) Defensa y desarrollo de la concepción y línea política del proletariado revolucionario; y d) Permanente y claro deslinde con las posiciones reformistas, capituladoras, oportunistas y revisionistas.

PR: Estas posiciones incorrectas que señalas, ¿cómo se han reflejado en el seno del Partido?

L: Todos sabemos que el Partido no actúa en el aire, ni discurre abstractamente. Está rodeado por una serie de clases no -proletarias (la burguesía, la pequeña burguesía, el campesinado) cuyos criterios y concepciones se reflejan necesaria-mente en su interior, expresándose en el surgimiento de tendencias que oscilan entre el "izquierdismo" y el derechismo y que tratan (en forma no-deliberada u organizadas sistemáticamente como corrientes) de sustituir la orientación y la línea proletarias; para cambiar el carácter, la política y los objetivos revolucionarios del Partido.

Como es lógico, estas posiciones se han reflejado y seguirán reflejándose en nuestra organización. La historia del Partido demuestra que ese fenómeno social es un hecho objetivo independiente de la voluntad o de los buenos deseos de las personas. Los marxistas-leninistas estamos obligados a saber tratar, en cada circunstancia y según las dimensiones que adquiera, este fenómeno de las concepciones no-proletarias en el Partido.

Ahora, concretamente sobre la pregunta, en los últimos 12 años hemos vivido dos experiencias de lucha contra concepciones no-proletarias. Una, la del oportunismo de derecha encabezado por Gallardo y Sánchez Vicente; otra, la del oportunismo de izquierda expresado en el dogmatismo populista del grupo Pukallacta. El primero ha sido un remanente del derechismo revisionista en nuestras filas; el segundo, del dogmatismo sectario de Paredes. En ambos casos se trató de corrientes sistematizadas que actuaban conscientemente y cuyos integrantes, pese al esfuerzo del Partido, se negaron a rectificarse por lo que fueron expulsados de nuestra organización.

PR: ¿Qué importancia tiene la unidad partidaria en sus aspectos ideológicos, político y orgánico?

L: La unidad ideológica, política y orgánica as una cuestión esencial para que el Partido pueda actuar siempre en consonancia con su línea política y sus objetivos revolucionarlos. Es la garantía para poder afrontar en las mejores condicionas la embestida de las clases reaccionarias. Un Partido fracturado está expuesto a su liquidación por el enemigo de clase, Por aso, la Dirección Nacional da mucha Importancia a esta cuestión, considerando sus tres pilares fundamentales.

La unidad ideológica significa afianzar y desarrollar en el Partido la concepción del proletariado, teniendo en. cuenta que el militante no ingresa químicamente puro a nuestras filas y que se requiere de un proceso más o menos largo para transformar su ideología y su práctica no-proletarias.

La unidad política implica la comprensión, aplicación y desarrollo de la línea política del Partido. Sólo la cohesión en torno a la línea, programa y objetivos asegura la capacidad de nuestra organización para afrontar el reto de dirigir la transformación revolucionaria de la sociedad peruana.

La unidad orgánica basada en la aceptación plena y consciente de los Estatutos y normas organizativas del Partido.

PR: Puedes señalar nuestras principales debilidades en la actualidad?

L: Una de ellas es la carga izquierdizante que, desde la V Conferencia, tiñe nuestra organización. En la lucha contra Paredes, a mi modo de ver, cometimos un error de apreciación y caracterización política de la línea que le imprimió al Partido. En aquella oportunidad la calificamos como oportunista de derecha y creo que la política de Paredes, además de su esencia dogmático- populista, era izquierdista, particularmente en sus enfoques políticos, de orientación práctica y de construcción partidaria. Ese error nos ha impedido acabar con las manifestaciones izquierdistas que aún subsisten en nuestras filas y que se expresan prácticamente en las relaciones al interior del Partido, en los nexos entre los trabajos legal y clandestino, en nuestras relaciones con las fuerzas democráticas y revolucionarias, y en la vinculación del Partido con las masas. La errónea tipificación del paredismo determinó que le opusiéramos una línea izquierdizante.

Naturalmente que en el dogmatismo populista existieron importantes elementos derechistas cuya inadecuada percepción condujo al error de caracterización.

Otro aspecto a considerar es el débil desarrollo teórico de nuestra organización, por no haberle prestado la suficiente atención como para impulsarlo con rapidez e intensidad.

A consecuencia de los dos aspectos anteriores, muchas veces estamos quedándonos cortos con respecto a la realidad y dando sólo orientaciones generales para afrontarla, dejando de lado las especificaciones concretas que permitan articular la lucha cotidiana de las masas con los objetivos estratégicos del Partido. Esta es una debilidad importante que tenemos que solucionar a la brevedad posible, porque es preciso que de Partido de lucha nos elevemos a ser considerados por las masas como Partí do que representa una real alternativa de poder en el país.

Ligado a este problema se encuentra el aspecto orgánico. Ei Partido necesita introducir ciertos cambios en su sistema organizativo para estar en condiciones de consolidar la importancia y la dimensión adquiridas proyectándose como Partido revolucionario de masas. Tenemos que superar las limitaciones para nuestro crecimiento cuantitativo, enraizando la organización en las masas proletarias, campesinas y pequeño burguesas, y en sectores como el semiprotetariado urbano, la intelectualidad democrática y revolucionaria, etc.

PR: ¿Cuál es tu punto de vista sobre la situación del Movimiento Comunista Internacional?

L: En los últimos 20 años, el MCI ha sufrido un duro golpe con la irrupción en su seno del revisionismo contemporáneo que es muy peligroso porque distorsiona los aspectos fundamentales de la teoría marxista y la revolución proletaria. A diferencia del revisionismo de la II Internacional, ha surgido y se desarrolla en partidos que están en el poder, contando así con ingentes recursos materiales para desplegar una amplísima campaña de difusión de sus tesis político-doctrinarias y montar toda una ofensiva contra el proceso de la revolución proletaria mundial. Los Estados proletarios capturados por el revisionismo contemporáneo han cambiado ya su esencia y se han convertido en Estados burgueses donde una costra reaccionaria, burguesa burocrática, ha usurpado el poder. Por ejemplo, la URSS se ha transformado en un Estado socialimperialista que contiende por la hegemonía mundial con el imperialismo yanqui.

Por eso, cuando analizamos el revisionismo en nuestro país no debemos verlo sólo como una corriente reformista más o socialdemócrata al interior del movimiento de masas. Este es apenas un aspecto del análisis. Lo real es que los partidos y grupos revisionistas son agentes, puntas de lanza de i socialimperialismo que, con la cobertura de trabajar por la Liberación Nacional y Social de nuestro pueblo en realidad actúan para facilitar la dominación neocolonial del socialimperialismo sobre nuestra patria.

Y, además, hace poco tiempo han surgido en Europa otras corrientes antimarxistas que niegan la validez de la doctrina proletaria, de la dictadura del proletariado, del leninismo, del Partido de la clase obrera, mientras se disfrazan de socialistas y revolucionarias, creando dificultades a los destacamentos marxista-leninistas.

Por eso es importante no sólo dar la batalla ideológica y política contra el revisionismo, sino también forjar o reconstituir los destacamentos revolucionarios de la clase obrera. Y, obviamente, luchar por el avance de la revolución en cada país. Estas son las tareas para los comunistas que anhelan revitalizar y fomentar el desarrollo del MCI.

Respecto a la "izquierda nacional", ésta y otras tendencias similares hay que analizarlas en relación a ciertas situaciones. Primero, la irrupción revisionista en el MCI; segundo, la agudización de la lucha de clases en el plano internacional; y tercero, la emergencia de sectores pequeño burgueses radicalizados que ante los dos fenómenos anteriores plantean alternativas reformistas con ropaje marxista. El "cholocomunismo" trata de justificarse como alternativa de dirección revolucionaria pretextando la existencia de "centros de poder ideológico" que "encasillan" a los partidos revolucionarios. De aquí, aprovechan para: a) negar la universalidad del marxismo—leninismo, preconizando todo tipo de baratijas ideológicas como "sustitutos"; y b) negar el internacionalismo proletario, al que le oponen el chato nacionalismo pequeño burgués

Detrás de esto se hallan el deseo y la intención de tomar la conducción del movimiento revolucionario y de masas para subordinarlos a sus concepciones estrechamente reformistas, pequeño burgueses, opuestas a la concepción proletaria y a Ta lucha revolucionaria del pueblo. Esta es la cruda verdad escondida detrás de tanta palabrería hueca.

PR: Respecto a la actividad de nuestro Partido y el desarrollo de la lucha popular, ¿qué perspectivas ves para ellos?

L: El movimiento de masas en el país presenta debilidades, todavía es en gran medida, espontáneo y su discurrir está impregnado hasta cierto punto de economicismo. Pero en los últimos años vastos sectores populares han avanzado rápidamente hacia la comprensión de la necesidad de la lucha política, de la lucha revolucionaria en procura de un radical cambio social. Por eso nuestro Partido caracterizó tal avance como viraje de las masas a la izquierda, que necesita culminar en movimiento político revolucionario de masas. Esta es una tarea esencial que implica afrontar dos problemas: uno, combatir, desenmascarar y neutralizar la acción del APRA que con ropajes socialdemócratas trata de montarse sobre las masas que viran a la izquierda para ganarlas al campo de la reacción; otro, impedir que el revisionismo pueda concretar sus propósitos de convertir a esas masas en sostén social de la penetración neocolonial social imperialista. Las sucesivas derrotas políticas y la pérdida de influencia en las masas han obligado al revisionismo a aceptar a regañadientes la unidad de las fuerzas de izquierda. Pero ello no nos debe hacer bajar la guardia, ni olvidar que esa unidad es táctica, concreta, coyuntural. No borra ni puede borrar las diferencias sustanciales: doctrinarias, políticas y de clase, que hay entre los marxista-leninistas y los revisionistas. Menos aún, permitir que el revisionismo hegemonice la conducción de la lucha de masas, o que utilice ese viraje a la izquierda para llevar agua a su propio molino.

El encaramiento de estas tareas y la solución de los problemas que conlleva supone que el Partido, además de poseer una política, una táctica y una estrategia correcta, se convierta en Partido revolucionario de masas, con fuertes contingentes obreros y campesinos, con presencia de la intelectualidad revolucionaria que asume cabalmente el marxismo, Y que impulse el avance de las masas hacia la revolución uniendo a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas en el momento actual. Esta unidad de las fuerzas revolucionarias, democráticas y progresistas tiene que enfrentar Con éxito tres cuestiones en el momento actual.

La primera, es la lucha por la democratización del país, defendiendo los derechos democráticos ganados por las masas, ampliándolos y consolidándolos; desarrollando los elementos de nueva democracia que nuestro pueblo ha venido creando en los pasados 12 años: los FEDIP, las Asambleas Populares y los Órganos de Autodefensa de las masas; rescatando las expresiones democráticas propias de la historia popular, tales como las asambleas comunales; haciendo de las municipalidades expresiones concretas de la lucha democrática del pueblo.

La segunda cuestión es la lucha por el bienestar popular, para poner atajo a la política continuista, gran burguesa y proimperialista del actual gobierno que trae más hambre, explotación, desocupación y miseria para nuestro pueblo y entrega más el país a la voracidad imperialista.

La tercera, es la preparación de las condiciones ideológicas, políticas y organizativas que permitan afrontar una situación diferente a la actual. No olvidemos que, en países como el nuestro, a las clases dominantes y al ¡imperialismo no les conviene la democracia, a la que consideran hasta cierto punto subversiva. Por eso no debemos hacernos ilusiones con la democracia belaundista y comprender que la represión va abonando el terreno para la eventual emergencia del fascismo como recurso de los explotadores para liquidar físicamente a las fuerzas revolucionarias.

PR: C. Ludovico, ¿Porqué tú y otros cc. del Partido han dejado la clandestinidad para actuar públicamente?

L: Nuestro CC ha decidido que un sector minoritario del Partido aparezca públicamente y que la lucha en el terreno legal sea reforzada con algunos dirigentes y cuadros. Esta decisión está relacionada con la necesidad de asumir con inteligencia, habilidad y firmeza el trabajo político aprovechando las condiciones de la actual coyuntura. La legalidad conquistada debe ser utilizada por el Partido para llegar de manera directa a las gran des masas; los resortes y mecanismos que ofrece la democracia burguesa deben servir para establecer relación con sectores cada vez mayores de nuestro pueblo.

De allí la decisión del CC, que de ninguna manera significa que nuestro Partido deje de ser clandestino en lo fundamental, ya que tenemos que preservarlo de las intenciones y acciones destructivas del enemigo de clase. En lo que a mi particularmente concierne, el CC ha considerado conveniente en su VII Pleno destacarme al trabajo legal para reforzar el contingente de cuadros que actúa en ese terreno. Como militante disciplinado, acato tal decisión y asumir la responsabilidad revolucionaria que se me ha encomendado.