Redactado: Enviado, con fecha
21 de febrero de 1986, a la primera sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarme, realizada en Ginebra del 4 de febrero al 25 de abril.
Fuente de la traducción: M. Gorbachov, Moratoria: Recopilación de discursos e intervenciones del Secretario General del CC del
PCUS sobre el cese de las pruebas nucleares (enero - septiembre 1986). Editorial de la Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1986, págs. 27 a 31.
Esta edición: Marxists Internet Archive, enero de
2024.
Saludo a los representantes de los Estados reunidos para celebrar el periodo ordinario de sesiones de la Conferencia sobre el desarme.
La actitud de la Unión Soviética respecto a la participacion en la Conferencia sobre el desarme se caracteriza por una plena responsabilidad, la cual es consecuencia de la comprensión de que precisamente el desarme es la vía magistral conducente al establecimiento de un orden internacional nuevo y justo, a la edificación del mundo sin peligros. El desarme, al liberar ingentes recursos materiales e intelectuales, permite encauzarlos hacia objetivos de creación, desarrollo y prosperidad.
La humanidad atraviesa por un momento crucial de su historia al tener que escoger el camino a seguir: vencer la inercia del pasado cuando la seguridad era concebida, ante todo, a través de la fuerza y soluciones técnico-militares, o bien seguir siendo el rehén de la carrera de los armamentos (nucleares, químicos y, en el futuro, otros no menos temibles). La facultad de elegir entre lo que sugiere la razón y lo que conduce a una catástrofe puede ser ejercida solamente por todos los Estados en conjunto, independientemente del régi¬men social y el nivel del desarrollo económico.
Esta opción debe ser audaz y responsable, lo cual en mucha medida depende de los Estados partícipes de la Confe¬rencia sobre el desarme. Ahora no se puede limitarse a decisiones de compromiso que reducirían la carrera de los armamentos sólo en unas direcciones y la acelerarían en otras. Es decir, ha llegado el momento cuando debemos emprender conjuntamente la marcha a grandes pasos para liberar al planeta de las armas para que la seguridad de cada uno signifique la seguridad de todos.
Guiándose por estas consideraciones, la Unión Soviética promovió, a principios del año en curso, un plan integral, cuyo núcleo es el programa para liquidar por etapas las armas nucleares. Proponemos quitar definitiva e irreversiblemente —antes de que finalice el siglo— la espada de Damocles, que pende sobre los pueblos desde la tragedia de Hiroshima y Nagasaki.
La lógica impone que el primer paso decisivo hagan la Unión Soviética y EE.UU., ya que disponen de los más grandes potenciales nucleares, para que les sigan las demás potencias nucleares.
Según nuestra profunda convicción, es posible liberar la humanidad de la amenaza nuclear solo yendo por el único camino: el camino directo de eliminar las propias armas nucleares. La realidad indica que la creación y el despliegue de las armas para la "guerra de las galaxias" intensificarían la carrera de los armamentos en todas las direcciones. Por ello es necesario, desde el principio mismo, obstaculizar la creación de armamentos cósmicos de ataque mediante una efectiva prohibición internacional.
La Unión Soviética propone liquidar también, antes de que finalice el siglo, las armas químicas; hacer avanzar decididamente el arreglo —que se prolonga demasiado— de la convención sobre el particular.
Abogando por un mundo libre de las armas nucleares y químicas, nosotros también estamos dispuestos a reducir las armas convencionales tanto, como lo podrían otros Estados.
Quisiera hacer hincapié en que apoyamos todas las medidas prácticas de control e inspección eficientes, tendientes a la limitación de los armamentos y del desarme. La URSS está interesada, no menos que los demás Estados, en estar segura del cumplimiento cabal de los acuerdos.
Muchas de las tesis de nuestro plan tienen relación directa con la Conferencia sobre el desarme.
Baste decir, que el primer lugar en su orden del día ocupa el problema de la prohibición de las pruebas. A nuestro juicio, la solución de este problema podría ser el punto de viraje en la lucha para liquidar el peligro nuclear.
La Unión Soviética, por su parte, ha hecho y hace todo lo posible para ello; está de acuerdo, entre otras cosas, con la realización del más estricto control sobre la prohibición de las pruebas de las armas nucleares, comprendidas las inspecciones en el terreno y la utilización de todos los logros de la sismología.
Como es sabido, el año pasado, la URSS, dando buen ejemplo, cesó unilateralmente todas las pruebas nucleares y luego prorrogó la moratoria hasta el 31 de marzo de 1986. El que siga vigente la moratoria, llegue a ser bilateral y, después, multilateral, depende ahora, ante todo, de EE.UU.
Quisiera expresar la esperanza de que los Estados partícipes de la Conferencia eleven su voz a favor de este modo de obrar y de que la propia Conferencia inicie las negociaciones prácticas, conducentes al cese completo de las armas nucleares, en todas partes y para siempre.
Deseo a los partícipes de la Conferencia éxitos en la resolución de las serias tareas que se han planteado.
M. Gorbachov