Fuente del Texto: Alberto
Flores Galindo, "Defensa de Mariátegui. Respuesta a Juan José Vega",
en semanario Amauta, núm. 203, 14 de diciembre de 1978 (Lima); pág. 6
Esta Edición: Marxists Internet Archive, octubre 2024.
Frente a José Carlos Mariátegui, cuya presencia en la cultura peruana está respaldada por las sucesivas ediciones de sus 7 Ensayos (el libro peruano más leído), la burguesía ha pasado del ataque y la negación, a los intentos por ridiculizarlo, presentándolo como un marxista que ignoraba a Marx, un peruano encandilado por Europa o un dirigente popular que no había visto un campesino. La tarea poco enaltecedora de querer ridiculizar a Mariátegui ha sido asumida domingo a domingo por Juan José Vega desde el suplemento dominical de El Comercio.
Para Vega la calidad de un marxista se mide por la cantidad de citas de Marx y como en los 7 Ensayos no abundan las citas de Marx resultaría evidente que no es un libro marxista. La respuesta a esto es casi obvia: para Mariátegui el marxismo era un método, una manera de razonar y no de repetir, jamás un repertorio de citas o un equivalente de la Biblia, siempre una guía para el estudio y la acción como también lo fue para otros marxistas igualmente escasos en citas de Marx (Luckacs, Gramsci y el propio Mao).
El valor y la vigencia de los 7 Ensayos se explican precisamente porque a partir del marxismo se descubren las peculiaridades de la historia peruana. Pero hay otros textos de Mariátegui en los que resultaba imprescindible el recurso de las citas: es el caso de la Defensa del marxismo, que Vega aparenta ignorar.
En otro artículo Vega considera que un marxista debe solo viajar por su país y que además debe tener un estrecho contacto con las clases populares. A continuación sugiere que nada de esto hizo Mariátegui, con lo que una vez más quedaría cuestionado su marxismo a partir del estereotipo de un Mariátegui europeísta.
José Carlos Mariátegui pasó varios años en Europa (Francia y especialmente Italia). En esos países no sólo adquirió una formación marxista en base a lecturas; también siguió de cerca los inicios del Partido Comunista Italiano. Pero su acercamiento al marxismo venia desde antes, del Perú cuando en 1919 el y Jorge Falcón supieron solidarizarse con los obreros de Lima en la lucha por las 8 horas.
A su regreso al Perú el marxismo de Mariátegui se desarrolló en contacto directo con las clases populares. En el tercer Congreso de la Raza Indígena conoció al líder campesino Ezequiel Urbiola. En las Universidades Populares González Prada estuvo en permanente dialogo con los obreros de Lima. Conoció también a dirigentes mineros de la sierra central. Se sabe de sus contactos con los yanaconas de los valles cercanos a Lima.
Mariátegui fundó una revista dirigida al proletariado peruano: Labor. Todos estos acontecimientos antecedieron a la fundación de la Central General de Trabajadores del Perú (1929). El hombre que organizaba la primera central sindical del país no podía ser un simple “intelectual” y menos un “europeísta”. Un año antes, en 1928, Mariátegui había fundado el Partido Socialista, en cuyo Comité Directivo figuraban cuatro obreros.
Viajar no es un requisito imprescindible para ser marxista. Pero en el caso de Mariátegui, aparte de sus apremiantes tareas en Lima (organización, preparación del Partido Socialista, dirección de Claridad, Labor y Amauta), era retenido forzosamente por los dolorosos males que lo afligieron prácticamente desde su regreso al Perú y que antes de condenarlo a una prematura muerte (1930), terminarían obligándolo a la invalidez. Fue un hecho duro y triste en la vida de José Carlos Mariátegui; bastante conocido, de allí que extrañe que sea omitido por Vega.
Estas breves líneas no quieren ser una refutación de Vega (para lo cual bastaría con invitar a la relectura de Mariátegui), sino la expresión del desagrado que nos produce la campaña poco leal emprendida contra un autor que aparte de su posición marxista y su rol político, forma parte integrante de la historia de las clases populares peruanas y de nuestra cultura.
Mariátegui, como César Vallejo, es uno de esos peruanos cuya obra ha tenido y tiene una resonancia continental y mundial. De muchas maneras, querer ridiculizar a Mariátegui, es también querer ridiculizar a nuestro país. ■